martes, agosto 30, 2005

Las esperas pueden dar cosas buenas

Tenía una novia que se llamaba Alejandra. Ella era una buena chava, cotorra y buena onda, aunque tenia sus detallitos entre los cuales destacaba su constante impuntualidad. Por lo regular me hacia esperar para salir de su casa o cuando nos citábamos en algún lado brillaba por su ausencia durante la primera hora.

Yo trataba de llegar a la hora, incluso cuando salía tarde tomaba taxi para estar ahí a la hora acordada aunque sabia que ella llegaría como siempre después de mí.

Regularmente la cita era en una estación del metro cercana y que nos quedaba de camino a ambos y desde la cual partíamos hacia algún lado. Con el paso del tiempo las esperas se volvieron algo así como parte de ella y nunca hubo problemas hasta un día en que a mi se me hizo tarde…lo peor de todo es que ella solo tuvo que esperar 10 min. Cuando llegue estaba enojadísima y todo el día se nos fue de bronca solo por la llegada tarde. Desde ese día como que mi tolerancia a esas cosas comenzó a ceder.

Un sábado me encontraba en la estación del metro esperando… miré hacia arriba y el reloj de la estación marcaba 11:35. Aun temprano, pensé para una cita fijada a las 11:00 y comencé como otras veces a observar la gente que pasaba, los vendedores de CD´s, lamparitas, llaveros y demás cosas que se pueden comprar en el metro. En esas estaba cuando de me percaté de que al lado mío estaba una chica. Era de pelo rojizo chino, chaparrita delgada y simpática y por sus constantes miradas al reloj del metro me percaté que también esperaba a alguien.

Estará bien la hora de ese reloj? Me preguntó de pronto. Si, éste casi nunca falla y corroboré preguntando la hora a alguien que pasaba. ¿También te citaron a las 11:00?, le pregunté intentando generar platica, pero ella contesto con un rotundo y frío No!... de esos no que significan: no me chingues! No le pregunté más y seguí esperando.

Cerca de las 12:00 se veía ya desesperada y de pronto sin que lo esperara se volvió hacia mí y me dijo: la verdad si me citaron a las once….como odio que me haga esto siempre. Quien,tu novio?, Si, siempre llega tarde…no entiendo porque, Pensé que ese mal era solo de las mujeres. Porque lo dices?, Porque mi novia también llega tarde siempre, de hecho ya ni me preocupo por la hora sé que llegará con mas de una hora de atraso, Si sabes eso porque la esperas?, No se…tu porque lo esperas?. No lo se, supongo que porque lo quiero. Un silencio se formó de pronto, los dos nos dimos cuenta lo patético que resultaba el estar esperando por alguien que no tenia la mas mínima consideración con su pareja.

Los minutos pasaron el reloj marcaba las 12:10 ¿Te gustaría tomar un café? propuse, Mi novio esta por llegar, Pues también mi novia si no es que llega aun mas tarde. Los dos reímos pero ella no me respondió nada.

Un metro más llegó y al mismo tiempo llegaron su novio y mi novia. Al ver que conversábamos mi novia me echo bronca. La verdad casi no la escuchaba ya que me distraje al ver que el novio de la chica hacia lo mismo.

Mi novia continuaba con su actitud agresiva hacia mí, hasta que de plano me tolerancia terminó y la deje hablando sola. Caminé hacia la salida del metro. Saque de mi bolsillo la cajetilla de marlboro y encendí uno casi al mismo tiempo que el vigilante me gritaba “aquí no se puede fumar joven”, lo que en realidad me importó poco. Me detuve en la salida del metro y me senté a termina mi cigarrillo cuando ví salir a la chica de cabello rojizo. Me miro y sonrió y se acercó a mí.

Me invitas un cigarro?, Claro, respondí mirando sus ojos aún húmedos por la reciente lloradera. Creo que siempre si aceptaré tu café….

Horas mas tarde mientras la besaba me di cuenta que hay veces que las personas adecuadas están tan cerca…posiblemente a tu lado en una estación del metro o junto a ti en la escuela o trabajo…pero se necesita de algo, algo que las libere y permita que se encuentren y compartan todo eso que tienen reprimido.

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