miércoles, diciembre 07, 2005

Para un canalla.... canalla y medio

Curiosamente, ese día Gerardo, comúnmente conocido como el Jerry, se encontraba solo en su casa, lo cual era raro ya que por lo regular los viernes eran días de farra para el buen Jerry que la empezaba desde temprano y casi siempre regresaba a su depa de madrugada improvisando compañía femenina cada que se podía.

Eran las 10 de la noche y solo fue cuestión de tiempo para que sus amigos marcaran a su cell para comentarle del ya organizado reven en uno de los antros de moda. Sin esperar demasiado, tomó la chaqueta de piel negra y descendió en el elevador del edificio de departamentos donde vivía. Al llegar al estacionamiento encendió un cigarrillo y salió en busca de diversión.

Durante el camino, con la ventanilla abierta, va disfrutando de sus rolas favoritas a toda la potencia del estéreo de su auto llamando la atención de los demás en los semáforos, situación que le es indiferente al Jerry quien con cinismo ignora las miradas de los demás, claro, si no se trata de una dama… nunca se sabe donde pueda brincar la liebre al cazador.

Al entrar al antro, los amigos ya estaban con la buena compañía de unas chicas que recién habían conocido en el lugar, cosa que animó más al Jerry y de inmediato fijó sus ojos en su presa para esta noche, una joven morena, delgada de largos rizos de nombre Ana que en el momento de la presentación le devolvió una coqueta sonrisa.

Durante la noche, las miradas, los coqueteos, tragos y demás detalles entre Ana y el Jerry se hacían cada vez más evidentes y antes de que él pensara en dar el primer paso, ella se acercó y mordió con suavidad sus labios mientras bailaban. Los amigos de la mesa no se asombraron de lo que pasaba en la pista ya que lo habían visto antes en repetidas veces, además sabían bien de la fama del Jerry como conquistador de fin de semana.

En la madrugada al salir del antro se besaban intensamente. Vamos a mi departamento, propuso él mientras la acariciaba, ella lo miró un momento y con una particular malicia le contesto: No, tengo una mejor idea, ¿Cual?, Si quieres saber sígueme…si puedes. En ese momento llego el valet con el auto de Ana, ella subió y arrancó su auto deteniéndose unos metros adelante, como dando un reto al Jerry, quien abordaba también su auto. Salieron a gran velocidad sobre la avenida. La adrenalina del Jerry estaba al 100 por ciento y en varias ocasiones estuvo a punto de perder el BMW blanco de Ana quien manejaba con gran habilidad y sin percatarse de que por unos instantes fueron seguidos por la policía quienes no tuvieron la misma suerte del Jerry y se quedaron en el camino.

Ana detuvo de pronto su loca carrera, bajo del auto y caminó hacia el auto de Jerry. Aquí es mi casa, espera un poco y te abriré la puerta, pero tendrás que dejar tu auto afuera. Regresó a su auto y presionó un pequeño botoncillo en el toldo que abrió el garaje de la casa.

Por unos instantes Jerry se quedó solo afuera de la casa esperando, pensando y todavía un poco emocionado de la reciente carrera. Los minutos pasaban y por un instante llegó a pensar que la puerta no se abriría, mas sin embargo momentos después ésta se abrió y una mano le hizo señas para que entrara.

La casa, aunque estaba oscuro, perecía lujosa y muy grande. Ana lo condujo por las escaleras hasta una recamara y una vez dentro Ana sacó de una cajita de madera un condón y lo tiró sobre la cama. Jerry se quedó de pié absorto mirando como la chica se desnudaba y sin esperar mas hicieron el amor de una forma salvaje.

Momentos después, él reposaba acostado boca arriba, todo parecía perfecto, se sentía feliz. En esas estaba cuando de pronto ella se levantó diciendo: Debes irte, aquí no te puedes quedar, mis padres no tardan en despertarse y no quiero broncas, y sin dar tiempo de negociación tomó la ropa del Jerry le apresuró para salir.

El Jerry salió de la casa aún vistiéndose, consternado y con los recientes efectos de la resaca, miró a ambos lados de la calle y no vio a nadie, abordó su auto y emprendió el camino hacia su departamento.

A diferencia de otras ocasiones, la llegada del Jerry al estacionamiento del edificio donde vivía fue en silencio, sin música, sin risas, solo dejó el auto, subió y se recostó aún pensativo. Era evidente que Ana lo había dejado impactado.

Los días siguientes se dio a la tarea de saber mas acerca de Ana, preguntó a sus amigos dio algunas vueltas por su casa pero no pudo obtener nada y tampoco se animó a hacer acto de presencia en su casa y tener que dar alguna explicación estúpida, no era su estilo. Al fin, después de varios días de indagación, uno de sus amigos consiguió el teléfono celular de Ana, se lo había pedido a una de las chicas con las que ese día estaba y con la cual conservó contacto. El Jerry se sintió contento ya que por fin estaba a su alcance un contacto con Ana. Marco el número y esperó respuesta... Hola?, Ana?... eres tu?, Si quien habla?, Hola, soy Jerry, Mmmm, Jerry?, Si Jerry el de la otra noche en el antro, recuerdas?... fuimos a tu casa, Mmmm… ah!… hola…, Como has estado?, Bien…, Oye pues ese día no me lleve ningún contacto tuyo, pero conseguí tu número y quisiera que nos veamos otra vez… ¿tienes tiempo?, Este… ahora estoy un poco ocupada… pero si quieres nos vemos mas tarde en el café que esta en la esquina de Insurgentes y Reforma, OK a que hora esta bien? A las 6 te veo ahí, Esta bien hasta las 6, Bye!.

A pesar de que la llamada había parecido un poco extraña, el Jerry estaba feliz ya que vería una vez mas a esa chica que tantos suspiros le arrebató desde aquella noche. aun era temprano pero dedico el resto del dia en prepararse para la cita.

La hora de la cita llegó y el Jerry se encontraba listo con sus mejores indumentarias en el sitio acordado. Se encontraba un poco nervioso, pidió una café y se dispuso a esperar. Paso media hora y Ana no aparecía, Seguramente el tráfico, pensó, y continuó con la espera. Una hora más tarde comenzaron las dudas de un posible error de lugar, de hora o de fecha. El Jerry se encontraba desesperado marcando inútilmente el celular de Ana que en repetidas veces lo enviaba al buzón.

El Jerry nunca había esperado a una chica más de media hora, pero hoy después de dos horas de espera comprendió que Ana no llegaría. De regreso a su depa la idea justificadora de que algo le pudo pasar a Ana en el camino le sobresaltó de pronto y sin pensar mucho dirigió su camino a la casa de Ana.

Al llegar se estacionó cerca de la casa de Ana y dudó un poco en bajar a preguntar. Después de un rato el BMW blanco hizo su aparición. De inmediato bajo de su auto y corrió para llamar la atención de Ana. El auto se detuvo antes entrar al garaje, el vidrio polarizado bajó dejando ver la cara de extrañeza de un muchacho que conducía. Te puedo ayudar en algo?, Eh…no, disculpa te confundí con otra persona, A quien buscabas?, A Ana, pero creo que me equivoqué, No te equivocaste si vive aquí y es mi esposa solo que ahora no esta en casa, para que la necesitabas?, Eh… mmm… soy un antiguo amigo de la escuela, solo quería saludarla hace tiempo que no la veo, Ah! pues si gustas ella regresa mas tarde, Ok, gracias yo la buscaré luego. El Jerry se alejó hacia su auto sacado de onda, no aceptaba lo que pasaba… no aceptaba ser tratado de la misma forma que él había tratado a muchas mujeres… no aceptaba el hecho de que Ana fuera mas canalla que él.

Pasaron varios días para que el Jerry accediera a salir de nueva cuenta con sus amigos. Se le veía aún sacado de onda, ausente e incluso mas delgado, siempre los problemas sentimentales además de mermar el alma merman también el cuerpo. Aún así después de la insistencia de los amigos ahí estaba el Jerry de nueva cuenta en el antro viendo el ambiente. Ya no reía ni buscaba presa como antes… solo observaba con una corana en la mano. De pronto una rostro se le hizo familiar entre la gente, era ella!... era Ana!. Bailaba y se besaba con un tipo que no era aquel que le dijo ser su marido en días pasados. El Jerry se llenó de furia y por un momento estuvo a punto de levantarse y pedirle alguna explicación… pero pronto se dio cuenta de que de nada valdría…recordó que en algunas ocasiones las chicas que ocasionalmente conocía le llegaron a armar escándalos en algún antro y eso nunca le importó… recuperó la cordura y permaneció sentado observando.

Al terminar de bailar Ana y su acompañante se dirigieron a una mesa en la cual estaban varios chicos y chicas. Después de un rato y algunas copas la pareja se despidió y salió del lugar. Después de la salida de la pareja el Jerry continuó observando la mesa donde instantes antes estaba Ana y se percató que una chica que aparentemente se veía sola se levantó y se dirigió a la barra. De inmediato el Jerry se acercó y comenzó a hacerle la plática tal vez con intenciones de saber más de Ana. A la chica pareció agradarle la compañía del Jerry y después de invitarla a bailar y algunos tragos el Jerry se animó a preguntar: Tus amigos se fueron temprano ¿verdad?. ¿Quienes?, La pareja que estaba con ustedes hace un rato, Ah! si, creo que tenían cosas que hacer… tu sabes, Ah! claro… ¿y son parte de tu grupo de amigos con los que te reúnes seguido?, Si de hecho la chica es mi Hermana. Los ojos del Jerry se abrieron un poco más de lo normal y una mirada perversa reapareció en sus ojos.

Mas tarde mientras entraban a su departamento el Jerry parecía el mismo de siempre sonreía y bromeaba y se veía seguro de nuevo.

Nunca se sabe cuando la suerte le puede cambiar a un canalla, ya sea para bien o para mal, eso lo sabe ahora el Jerry… quien recordó por un instante lo que en algunas ocasiones pasaba por su mente en los semáforos: nunca se sabe donde pueda brincar la liebre al cazador… y esta situación que tenía entre sus manos era una buena oportunidad para demostrar que siempre para un canalla existe un canalla y medio…

Peyote Asesino

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